Meet Maria Martinez, Villa Soleada Hostel Cook
“When I was a little girl, I wanted to study but I was not able to because I didn’t have anyone to support me. My dad was very poor and he decided, I should go to work, because if people don’t work, they don’t eat, and in school they wont give food for free.” So I worked with him in the mountains, planting corn, weeding, picking corn, things like that. I wanted to keep studying, but when I saw that no one would support me, I stopped going to school, and now it is too late to go back to school.
When we went to live in the community 7 de Abril, I worked in a house earning 300 Lempira ($12) a week, and it wasn’t enough money. I had to pay for the bus trip, pay for my kids to go to school, buy uniforms for them, food, etc. And then the lady I was working with left, and I was left without a job. From there I meet Chilo, my husband, who brought me here to Villa Soleada. And to date, I am still living here, thank god because this job serves me well. All that I have is because of this job.
In my day to day work, I dedicate myself to preparing food for the kids of the Villa Soleada Bilingual School, I attend to them, give them food, I am there everyday from Monday to Friday. I look at them with a lot of love and affection. And when the volunteers come, I do the same thing.
My son, my husband, and a lot of my family also works with SHH. I like that I work with my family, we all get to work together and we all get along, it unites us. I would like for all of my grandchildren to be here so that they can go to school at the bilingual school. It would be great for them to get a bilingual education, it would help their futures a lot. But unfortunately, I can’t have them here because of my job. I can’t work and take care of the kids at the same time.
And that is my story. To finish, I just wanted to give thanks to God for everything, for my health, for this job, for my family, and for you guys, because without the American staff and volunteers, we wouldn’t have any of this.”
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“Cuando yo era una niña quise estudiar pero no pude, porque no tenía quien me apoyara. Y mi papá era muy pobre y él decía, “vayan a trabajar, porque si no trabajan no comen, porque la escuela no les va a dar de comer”. Entonces yo siempre trabajaba con él en el monte: sembrando maíz, chapeando, pelando maíz, cosas así. Yo quise seguir estudiando, pero cuando vi que no tenía apoyo, entonces dejé de ir a la escuela… y ahora es tarde.
Cuando nos fuimos a vivir a la 7 de Abril, yo trabajaba en una casa ganando 300L a la semana ($12,24), y no me daba. Porque tenía que pagar pasaje de bus, darles a los niños para que fueran a la escuela, comprarles uniformes, comida… Y de ahí la señora se fue, y yo quedé sin empleo. De ahí Chilo me vino a buscar a mi y yo me vine para acá, a Villa Soleada. Y hasta hoy aquí estoy, y doy gracias a Dios porque este trabajo me sirve mucho, y de aquí he sacado muchas cositas, lo poquito que tengo es por este trabajo.
En mi día a día me dedico a preparar los alimentos de los niños de la escuela, atenderlos, darles la comida, estar todos los días ahí de lunes a viernes y mirarles con mucho amor y cariño. Y cuando vienen los voluntarios, también así con ellos.
Mi hijo, mi marido, y muchos de mi familia también trabajan con SHH. Me sienta bien trabajar con la familia, que todos estemos trabajando en esto juntos y que nos llevemos bien, que estemos unidos. Yo quisiera que todos mis nietos estuvieran acá para que ellos fueran a la escuela de aquí, sería mejor porque ellos aprenderían en la escuela bilingüe todo, les serviría mucho el día de mañana. Pero lastimosamente, no los puedo tener aquí por el trabajo. No me da para cuidar a tantos niños y trabajar también.
Esta es mi historia… Y para terminar, solo quiero darle gracias a Dios por todo, por la salud, por el trabajo, por mi familia, y por ustedes, porque sin ustedes no hay nada.”